El taller de los jueves...

Hoy leí. Pase al capítulo VI de "Sobre el mar" y la cosa avanzó en muchos sentidos. Mejoré. Hay mucho para trabajar pero mejoré. Apareció Rodrigo...¡Y qué paradoja!, apareció Rodrigo. Benicio, el psicólogo hippie, como lo bautizó Gonzalo (uno de mis profes), está moviendo los sentimientos de Alondra. Toda la novela se está moviendo. No me animo a seguir escribiendo, pero sé que es hora de avanzar usando las herramientas que incorporé. Avanzar con el ojo más afilado. Me pone feliz el taller. Entre tanta irrealidad en la que estamos sumergidos, el taller me pone feliz. Tal vez porque después de mucho tiempo finalmente estoy haciendo de mi hobbie, algo serio. Por esas cosas de la vida, los jueves también tengo terapia y voy a contar una infidencia. Le leí a mi psicóloga una carta que mi mamá me mandó cuando me fui de Retiro en el año 2000, ahí ella me hablaba de mi pasión por escribir. Me pedía que siguiera adelante con ese sueño, que ella sabía, desde que iba al jardín de infantes, que yo iba a ser escritora. En realidad se lo había dicho la mamá de una compañerita, que vaya a saber en qué evidencia basó su hipótesis. Pero mi mamá decidió creerle a ella y decidió creer en mí. Nada es casual. Acá estoy, mami, cumpliendo mi sueño, ese que vos tenías más claro que yo.