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Montevideo, el maestro y yo.

  • Foto del escritor: Lasommelierdelibros
    Lasommelierdelibros
  • 17 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Pisé por primera vez la ciudad de Montevideo en el año 2010. Antes nunca había salido de mi país y no tuve mejor idea que hacerlo en una fecha muy representativa para todos los argentinos, el 25 de mayo. Tenía mucha curiosidad, me habían hablado maravillas de aquel paisito anaranjado, como le suele decir mi amiga Rossina. Justamente con ella viajé. Prometió llevarme a todos los lugares que para nosotras podían ser emblemáticos y cumplió. Comenzamos por el Bar San Rafael, y se preguntarán por qué. Una de las razones por las que hice ese viaje fue para recorrer las calles del maestro Mario Benedetti, sentarme en su mesa, llegar hasta la puerta de su casa. Logré todo eso y más Pero volvamos. El bar San Rafael es el lugar donde solía sentarse a escribir y disfrutar de la vida, quise experimentar esa sensación y por suerte conseguimos estar en su mesa. Éramos cuatro, dos porteñas y dos montevideanos. Fue una noche mágica de letras y amistad. Todo resultaba muy mítico. Muchas cosas pasaron en ese viaje, tal vez la más insólita fue que decidimos ir al cementerio Central, para llevarle al maestro, Nardos y Geranios, tal como él mismo lo pedía en uno de sus poemas. Ahí estábamos las dos, solas, buscando incansablemente, tumba por tumba, hasta que dimos con la de Benedetti. Cada una dejó una carta. Sé muy bien qué le pedí en aquel entonces. Algunos años después nos enteramos que eso de los Nardos y los Geranios que tanto nombraba en aquel poema, era pura ironía. No importó. En aquel viaje hice la ruta del maestro. Hoy se cumplen once años de su partida y aquí estamos, teniéndolo más presente que nunca.

 
 
 

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